Cuando Corvus derrotó a D'Sparil, las últimas palabras del Serpent Rider fueron una retorcida maldición.
Nuestro héroe habría de vagar sin rumbo por los mundos exteriores en busca del camino a casa, luchando
constantemente por su supervivencia. En sus viajes por los torturados mundos exteriores, Corvus supo de
la existencia de otros dos hermanos de D'Sparil, otros dos malignos Serpent Riders. Sin embargo, un día los
Tomos de Poder, recuperadas sus fuerzas después de la muerte de D'Sparil, consiguieron juntos obrar una
magia capaz de devolver a Corvus a casa. Por fin, el merecido descanso había llegado.
La llegada a Ciudad de la Plata, ciudad natal de Corvus y hogar de la raza de los Sidhe, no pudo ser más
lúgubre. El puerto estaba desierto e infestado de agresivas ratas. Nadie para recibir al salvador de Parthoris.
La situación se revelaría aún peor, pues sus hermanos Sidhe parecían estar poseídos por un maligno ansia
de sangre y se mataban entre ellos, atacando a cualquiera que cruzase su camino.
Corvus no tardaría en descubrir lo ocurrido. Una pestilencia, responsable de la locura generalizada, se había
extendido por la ciudad. Más preocupante aún, la plaga no se extiende de manera normal, sino que unos
misteriosos agentes de razas nunca vistas antes en Parthoris se encargan de extender la misteriosa enfermedad
en forma de ampollas de gas verdoso. Es hora de que Corvus busque un remedio y ponga fin a esto, y para
ello habrá de emprender un largo viaje por todo el continente de Parthoris a través de los dominios de las cinco
razas que lo pueblan: Los bellos Sidhe, los honorables Ssithra, los insectos humanoides T'chekrik, los tímidos
Ogles y los belicosos Caurtarianos.